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Inventar Sin El Balón

Inventar sin el Balón

 

No importa si es verdad o ficción. Como si tratara de la reconstrucción de la noche anterior, para justificar ante tus padres que llegaras con el periódico debajo del brazo mucho después de la hora prometida, no importa si recurres a la ficción, a las historias que tus amigos aseguran que funcionan o, por el contrario, y mucho más peligroso, recurres a la verdad.


Esa verdad que si cuentas tal cual te lleva a preguntarte quién me va a creer que realmente me quería ir de la fiesta a medianoche y, literalmente, no pude porque mis amigos me encerraron en un baño. Quién me va creer que, tratando de salir de ese baño, rompí la puerta y tocó llamar a un cerrajero —quién me va creer que hay servicio de cerrajero a las dos de la mañana— porque los padres del anfitrión, que estaban de viaje, no habían autorizado la reunión, y menos una que Berlusconi, Balotelli o Jairo Castillo envidiarían. Quién me va a creer la verdad.

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Ante ese mismo problema, el dilema de la reconstrucción del pasado, nos enfrentaremos quienes pretendamos explicar en el futuro, u hoy mismo si se quiere, la historia reciente del fútbol mundial. Cómo explicar con un mínimo de verosimilitud y cordura a los más pequeños, a aquellos que lo primero que harán será recurrir, como nosotros con el pasado futbolístico del siglo XX, a las estadísticas, que el fútbol mundial fue mucho más que la dominación de dos figuras deslumbrantes e irrepetibles. Cómo haremos para explicar, sin parecer locos o, peor aún, negacioncitas, que sí, que ganaron el balón de oro sin cansancio, que eran los goleadores de todos los campeonatos, que pulverizaron los récords que parecían irrompibles, que hicieron de lo extraordinario algo monótono y común, que Hacienda no les tocó un pelo y que, sin embargo, el fútbol también fue mucho más que ellos.

Tendremos que inventar, aunque haya sucedido, un relato en el cual encaje que, más allá del reinado indiscutible de esas dos figuras, la selección española dominó gran parte del tiempo el fútbol internacional; que la Premier League recibió y despachó con igualdad facilidad a los mejores técnicos, pero no consiguió ganar en Europa, que Argentina jugó todas las finales y todas las perdió; que Portugal quedó campeón de la Eurocopa con su mejor jugador lesionado en la final.

Nos encontramos ante la titánica labor de reconstruir la historia, de dotarla de sentido. Ahí están los hechos, claro. Ahora, ya sabemos del problema que se plantea entre el ser y el deber ser. Hay que encontrarle la coherencia al asunto, de alguna manera tiene que resultar creíble la hegemonía deportiva y mediática de ellos dos. Imposible que no haya forma de que me crean que hay cerrajerías abiertas las 24 horas.

 
 

Juan Pablo Pablo.