AbrazarLaBotella.jpg

ABRAZAR LA BOTELLA

 

ABRAZAR LA BOTELLA

HASTA HACE NO MUCHOS AÑOS, COMO SI DE UNA PARADOJA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO SE TRATARA, ERA COMÚN QUE NO SE COBRARA POR EL AGUA. ES MÁS, HASTA BIEN ENTRADOS LOS AÑOS OCHENTA, EN COLOMBIA NO SE VENDÍA AGUA EMBOTELLADA. EL AGUA SE REGALABA. IMPOSIBLE COBRAR POR EL AGUA. NO SE LE NIEGA UN VASO DE AGUA NI AL PEOR ENEMIGO, REZA EL REFRÁN. AHORA, SIN EMBARGO, PARECE UNA QUIMERA ABSTRAERSE DEL CONSUMO DE AGUA DE PAGO.


Botellas de plástico inundan el mundo y, en consecuencia, los campos de fútbol de todos los estadios. Ahí está Guardiola con su botella en la mano, girando la tapa después de un largo sorbo que le sirvió de consuelo tras el gol en contra. En la otra imagen aparece Juan Carlos Osorio pegándole una patada a otra botella de agua tras uno de sus consabidos arranques de rabia luego de una transición mal hecha o una presión a destiempo.

Lo raro ahora mismo es encontrar un equipo que no tenga un contrato multimillonario con una empresa particular de embotellamiento de agua. Si de clubes europeos se trata, hasta los equipos de segunda división de las principales ligas tienen firmados dichos contratos. En Latinoamérica es otra historia pese a que, como se sabe, en el mundo globalizado la plaga homogeneizadora es más rápida y letal, sobre todo si se trata de dinero, reggaetón, peinados extravagantes y redes sociales flor de un día. Lejos parecen quedar los días en que se llenaban termos y bidones con agua del grifo para satisfacer la sed de los futbolistas durante el partido. La cuestión era sencilla: seis termos, relleno en el grifo del camerino y directo a la canasta (o no, dependiendo de si se estaban jugando los cuartos de semifinal de una Copa del Mundo supongamos que en Italia, más exactamente en Turín, en junio de 1990). Dos o tres canastas y todo en orden. De ahí bebería el que necesitara sin tener que estar abriendo una botella nueva cada dos por tres. 

Ahora el asunto es muy diferente. Cada equipo de utileros llega con un cargamento industrial de botellas de agua. Botella nueva para todo. Para mojarse el pelo y acomodarse los estrambóticos diseños que darán de qué hablar en Twitter, porque de la calidad de los jugadores no será; para hacer buches y gárgaras sin saber por qué, como tampoco entendieron nunca la razón de los escupitajos desde el primer minuto; para limpiar las dos gotas de sangre que le impiden continuar el partido al jugador afectado, de acuerdo con las nuevas normas estéticas dictadas por estándares de la moda y el buen vestir de la FIFA; para reventarlas contra el carajo por un error propio o un acierto del rival; y, de vez en cuando, para refrescar y saciar la sed también. 

AbrazarLaBotella.jpg

Los equipos de fútbol abandonaron, junto con los bidones y los termos, las primigenias bolsitas de agua que cada futbolista rasgaba a su gusto y después lanzaba a sus compañeros o al borde del campo. Ahora todo es botella y tapón. Más plástico y menos Greta Thunberg parecería ser la consigna de los siempre comprometidos con el cambio climático clubes de fútbol. Si de botellas va la cuestión, lo mejor que se puede hacer en estos casos es seguir el ejemplo de Dayro Moreno, aliarnos con el enemigo e irnos a abrazar a una de ellas, a una botella, claro, y cuando digo claro es porque se trata de una botella de ron o aguardiente. De qué más se iba a tratar si el agua sirve para los hielos del vaso. Para eso también.

 
 

Juan Pablo Pablo.