Griezmann-05.jpg

El Atleti en la Final de la Euro

EL ATLETI
EN LA EURO

 

En un partido donde de antemano se sabía a qué iban a jugar los dos equipos, más allá de su desempeño en la fase anterior, la nota de extravagancia corrió por cuenta del árbitro.


Una extravagancia que, lejos de ser una innecesaria sed de protagonismo, residió en su indumentaria. Si alemanes y franceses dejaron atrás el marketing y vistieron de la forma más tradicional posible, el árbitro italiano, para mantener vivo el legado de su país, aunque fuera recalcando la fijación por la moda, rompió los esquemas y acompaño su camiseta y pantaloneta negra de unas medias azul claras. Intrépida indumentaria que el mítico y beatificado Pierluigi Collina reprobaría dentro sus esquemas de sobriedad.

 

Por lo demás, hubo fútbol en el Velodrome de Marsella pese a que parecería que los organizadores se hubiesen empeñado en dificultar la actividad deportiva con el descuido a la hora de cuidar el terreno de juego. Aún resulta increíble que en el desarrollo de una Eurocopa en un país futbolísticamente consagrado, como es Francia, y en plena semifinal se presente una deficiencia tan flagrante como es la de no tener un campo a la altura de las circunstancias. Claro, la alta definición y los recurrentes planos generales pueden ser engañosos. Sin embargo, a poco que alguno de los jugadores caía al suelo y el plano a cambiaba podíamos ver sin engaño la deplorable condición de la grama.

 

Mientras tanto, Alemania a lo suyo, con su construcción vertical y las incisiones profundas a cargo de los volantes de primera y segunda línea. Y entre más se empeñaban los dirigidos por el  impúdico Löw en atacar y buscar un resquicio por donde llegar a la portería de Lloris mejor se defiendan los franceses, más concentrados estaban y menos ventajas otorgaban. Pasaban los minutos de acuerdo a la monotonía planteada de antemano, aun cuando hubo par de ocasiones en el primer tiempo donde se lucieron los dos porteros.

 
 

Sin grandes ocasiones de consideración y el temor reinante ante la incertidumbre que representa un marcador empatado a cero, el desarrollo del partido se inclinaba a favor de los dirigidos por Diego Simenone. Ese equipo defensivo, ordenado, entregado a una idea con la cual doblegar a quien lleva la iniciativa ofensiva, serio y seguro de tener una opción, tan solo una, con la cual romper el empate a su favor. Llegó el penalti y marcó el crack del Atlético de Madrid quien, además, redondeo su faena con la puntilla en el segundo tiempo. Porque Griezmann, para quien no se ha dado cuenta, es un hidalgo y un caballero medieval español. Entregado a sus tareas cumple y, de ser necesario, deja en la cancha cuanto haya que dejarse. Y celebra con un inconfundible "Vamoooooos". (..y el baile de Drake)

 

Juan Pablo Pablo.