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Faulkner es Colchonero

FAULKNER
ES COLCHONERO

 

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¡PAMMM! UNA CARRETILLA.
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— ¿Para qué quieres una carretilla?

— Para qué más va a ser si no es para tumbarla boca abajo — dijo mientras se ataba los pantalones con una cabuya.

— No termino de entender.

— No quiero sonar pesado, pero trae la carretilla que pronto va a llegar El Mono.


Con la carretilla dispuesta, con Burgos a su lado, con los lápices afilados y la estrategia en mente, empezaron los garabatos. Ininteligibles. Nadie los podía descifrar. Esa era la idea. El plan perfecto. ¿Eran números? ¿Eran letras? ¿Un aliento? ¿La inspiración?

 

— Yoknapatawpha

— Es del Sevilla. Un buen mediocampista.

— No, Yoknapatawpha, el lugar donde nos tenemos que dejar la vida.

— ¿Luego la ida no era en el Calderón y la vuelta en el Allianz?

— Los dos partidos serán en Yoknapatawpha. Acostumbraos desde ahora.

 

Ante Juego Dividido

 

No empezaron porque lo llevaban haciendo desde hacia meses, sino que continuaron con la rutina. La de nunca acabar. El día a día. El sudor en la sien. El agua que no sabe a nada y aún la deseaban como el todo perfecto. ¡Fuerte! ¡Apretar! ¡Dale!

 

— Tienen que llegar — pensó mientras se imaginaba su voz rompiendo el estruendo de cincuenta mil personas.

— ¿Desde ya prepararlos para tanto?

— No lo harán. Están muertos — replicó para sus adentros,  sabiendo que el mudo de la banda pensaba como si le estuviera hablando.

— Sí, ¿acaso es tan difícil?

 

Más de tres horas corriendo detrás del balón, Ben Hur es poco en comparación; toda una carrera ofrecida a la rigurosidad; la escritura perfecta en los renglones torcidos que ofrece el destino.

— ¿Cierto que lo logran? ¿Alcanzan, verdad?

El estruendo, las emociones, el alma de la que se sale del cuerpo, los ojos fuera de su orbita. ¿Es un sueño?

— Les dije que sería Yoknapatawpha…

 

Juan Pablo Pablo.