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Giménez con G de Gesto

GIMÉNEZ CON G
DE GESTO

 

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EL HOMBRE
QUE SE SABÍA EQUIPO
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Rácano. Palabra sacada del diccionario de sinónimos y antónimos para sonar más académico en el mundo futbolístico a la hora de decir amarrete, ultradefensivo o cobarde. 


El calificativo, que tiene más parecido sintáctico con cualquier tubérculo, fue impuesto al juego desplegado por el Atlético de Madrid en su visita al campo del Sporting de Gijón el pasado 20 de marzo. Era un partido en el que el equipo dirigido por el Cholo Simeone pretendía mantener, más que en la práctica, en la ilusión de sus hinchas la posibilidad de hacerse con la Liga. Sin embargo, por el mencionado juego defensivo con el que el técnico argentino buscó asegurarse los tres puntos, más pronto que tarde faltaron las ideas, se abalanzaron los once jugadores y 25 mil hinchas del Sporting sobre la portería de Oblack y se terminó consumando la remontada.

 

El asedio gijonés, con resultado práctico en menos de quince minutos, si bien se dio por la falta de ambición atlética, lleva dos motivos de peso detrás. Uno, la necesidad del Sporting de Abelardo por salvar la categoría. Ante la amenaza del descenso sobran carácter y ganas para enfrentarse a un equipo de estrellas que pelea por Liga y Champions. Y dos, muy importante y objeto de estas palabras, la ausencia de los dos estandartes defensivos del Atlético: Godín y Giménez.

 

Para no caer en juegos baratos de asociación alfabética—léase la MSN o la BBC—descartemos llamar a la dupla de centrales uruguayos los G&G, que ni son la marca de un champú ni pretenden eternizarse (posiblemente sí en la selección) uno al lado del otro. En fin. Godín estaba de baja por una lesión muscular y a Giménez le tocaba ejercer el liderazgo en una zaga defensiva compartida con Lucas. Ya con todo Asturias empujando el balón hacia el área colchonera, Giménez tiene un acto de devoción hacia Godín y decide tener la misma lesión en el bíceps femoral que sufrió su coterráneo. Bromas malas aparte, Giménez también se lesionó y el Atlético, ya sin sus dos centrales titulares, tuvo que hacer frente a la remontada.

 

Pero lo importante de la historia, como en la vida misma, no es lo que pasó; son los gestos. El Atlético estaba sin cambios cuando se lesionó Giménez. Al ver que el central se rompía en plena carrera, Simeone supo que debería aguantar el chaparrón con un hombre de menos. Era evidente que el uruguayo no podría seguir así. Pero ahí, en ese momento, y ya no pensemos en el resultado final, se dio el gesto de la tarde. En la banda, cuando ya le estaban pasando la chaqueta para sentarse en el banquillo, el propio Giménez le dijo al Cholo que seguiría, que si no había más cambios él no se retiraría del campo dejando al equipo con uno menos, que si era necesario se iría a atacar: «Cholo, me pongo de delantero», decía el joven defensor mientras su entrenador le insistía en que se sentara.

 

Blueprint de la estrategia del Cholo: Un Rácano bien plantado.

 

Lejos de pensar en la Champions, en los partidos de Eliminatorias y en su propia salud, Giménez quería seguir, era consciente de la trascendencia liguera del partido. Simeone, con la experiencia de los años, veía más allá y cuidaba de su central. El defensor uruguayo, sollozo, se resignó y vio como se iban los puntos de El Molinón. Su intención, lejos de las cámaras y la fama, es el retrato mismo del partido a partido del Cholo. La posibilidad de pensar en un día después a la visita a Gijón no sobrevoló la mente de este defensa que es capaz de poner la cabeza ante un remate rastrero que va directo a gol.

 

Si lo ha heredado o no de Godín—quien merece un libro aparte— es entrar en el campo de la especulación. La actitud, de eso se trata el fútbol. Talento, por su puesto. Pero entre quienes tienen talento, la pasión y la actitud con la que se afronta este deporte son determinantes. No garantizan ni el triunfo ni la gloria pero sí la satisfacción personal y el deber cumplido con los compañeros. Son personas que no olvidan que el fútbol se juega más allá del narcisismo. 

 

Juan Pablo Pablo.